martes, 13 de septiembre de 2011

Infantlización Social

Vivimos en un sociedad de gilipollas en la que si un adolescente imbécil se come una planta de un descampado y se muere tardamos veinte segundos en pedir que se exterminen del planeta rodas las plantas que un posible impúber del futuro pudiera ingerir para evitar que muera. Si un imbécil se acerca completamente borracho a un muelle y se cae al agua, exigim,os que se valle toda la línea del puerto, no vaya a ser que oto gilipollas haga lo mismo el próximo fin de semana.

Es el mundo al revés, en lugar de exigir a los miembros más jóvenes de la sociedad que usen las neuronas o que se atengan a las consecuencias -si te comes un hierbajo venenoso de una cuneta y te mueres te jodes, nadie te mandó hacer le gilipollas- exigimos a las autoridades que lleven su ya tradicional pternalismo al paroxismo y que proteja a nuestros niños eliminando toda planta venenosa de la Tierra y vallando todo desnivel que pueda acabar comiéndose algún pequeñín subnormaloide.

Dentro de poco y como en la novela de Boris Vian, acabaremos todos enjaulados porque le hemos pedido a papá Estado y mamá Autoridades que nos proteja de las moscas a cañonazos.

Y para combatir el alcoholismo juvenil le pagamos el bus nocturno a la muchachada pueda tajarse a gusto y volver a casa sin matarse en su coche ni matar a nadie.

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