miércoles, 27 de mayo de 2009

La persona-fritanga

El concepto de persona-fritanga acabó siendo acuñado por un ilustre alcohólico compostelano (en horas bajas por estas fechas, repudiado por la baja calaña nocturnoide compostelana) después de una copiosa injesta de croquetas de jamón marca "Alteza" en un aciago mediodía de mayo en que la canícula compostelana azotaba sus cojones tiempo ha. El significado de dicho concepto es el siguiente: persona que provoca un irremediable asco en el momento en que se muestra ante nuestros sentidos. Y su creación conceptual responde a lo siguiente: después de la primera bolsa de croquetas torturadas con abundante aceite hirviendo, el susodicho dejóse llevar por el vicio y cocinó una segunda bolsa de este manjar. Una vez deglutidas las croquetas bañadas en abundante aceite, el pobre hombre no pudo hacer otra cosa que arrodillarse ante el cetro de su vida y vomitar. Así, las sensaciones provocadas por la persona-friitanga son similares a las provocadas por la intuición de la existencia de la croqueta: repulsión, acidez estomacal sobrevenida, oleada de delicuescente mierda bajando por el recto...

Dicho concepto puede ser aplicado a otras realidades de la vida humana (arte-fritanga, política-fritanga, pensamiento-fritanga) que provocan en el individuo consciente de su existencia como pensador frustado similares sensaciones.

[La creación musical de Joy Division, así como la persona de Ian Curtis no responden al paradigma de persona-fritanga, más bien son la antítesis: provoca estima y atracción. Dicha creación acompaña al texto por motivos obvios: crea en el escribiente la misma sensación de desazón ante la humanidad que la que le asalta tras la visión de alguna de sus personas-fritanga]


jueves, 21 de mayo de 2009

Pedo mental


Noto un cosquilleo de aire en el cerebro. Me gustaría tomar con mis manos ambos hemisferios y separarlos, al igual que hago cuando, harto del rugir aerofágico de mi vientre, tomo los hemisferios inferiores con las manos y los abro para facilitar el estallido del eructo sureño. Pero no puedo, el cráneo me lo impide, y aunque hace tiempo que retiré de mis dedos la piel y la carne para llegar al hueso, aunque hace tiempo que limo las falangetas con el amor con el que un carpintero suaviza el mueble recién acabado manoseándolo con lija, aunque ya he retirado parte de la masa epidérmica que cubre el cráneo, éste ha sido maliciosamente reforzado con una rejilla industrial sustentada por alambres, placas y tornillos de titanio, ante los cuales, mis huesudas manos, sólo pueden claudicar.

Sigue ahí, fluctúa a la velocidad con que se desplazan los valores bursátiles del Japón, desgarra las paredes que le encarcelan con desesperación, y yo aliento a la condenada a hacerlo con mayor destreza, ya que desde fuera nada puedo hacer para excarcelarla. Sigue ahí. La inspiración.







[Foto: Rudolf Schwarzkogler]