jueves, 21 de mayo de 2009

Pedo mental


Noto un cosquilleo de aire en el cerebro. Me gustaría tomar con mis manos ambos hemisferios y separarlos, al igual que hago cuando, harto del rugir aerofágico de mi vientre, tomo los hemisferios inferiores con las manos y los abro para facilitar el estallido del eructo sureño. Pero no puedo, el cráneo me lo impide, y aunque hace tiempo que retiré de mis dedos la piel y la carne para llegar al hueso, aunque hace tiempo que limo las falangetas con el amor con el que un carpintero suaviza el mueble recién acabado manoseándolo con lija, aunque ya he retirado parte de la masa epidérmica que cubre el cráneo, éste ha sido maliciosamente reforzado con una rejilla industrial sustentada por alambres, placas y tornillos de titanio, ante los cuales, mis huesudas manos, sólo pueden claudicar.

Sigue ahí, fluctúa a la velocidad con que se desplazan los valores bursátiles del Japón, desgarra las paredes que le encarcelan con desesperación, y yo aliento a la condenada a hacerlo con mayor destreza, ya que desde fuera nada puedo hacer para excarcelarla. Sigue ahí. La inspiración.







[Foto: Rudolf Schwarzkogler]

No hay comentarios: