sábado, 14 de marzo de 2009

Epilepsia pacifista


Si algo me atrae del comunismo es la violencia ejercida con precisión sobre la élite económica que cree estar segura tras muros blindados.

El halo de romanticismo de cualquier acción violenta ejercida en nombre del comunismo (de la futura sociedad mejor) y la riada de temor que deja en la clase dominante que, temerosa de que las clases populares se unan a la carnicería, se prodigan en declaraciones a favor de la democracia y el estado de derecho. Olvidan que para el pueblo la democracia es un engorroso trámite para justificar pagos mensuales al Estado que luego ha de adoctrinar a sus hijos en las marabillas de la socialdemocracia y en las bondades de la Constitución de turno. "No hay violencia justificable en un estado de derecho" afirman los adalides del sistema cuando alguien osa poner en tela de juicio las bases mismas del sistema a base de tiros.

Es verdad, no hay violencia justificable en un estado de derecho, motivo por el cual deberíamos empezar a cesar a nuestros ministros del interior y a la cuadrilla de mamporreros (legales, eso sí) con que el Estado salvaguarda sus intereses (los de aquellos que pululan por sus altas instancias). No he visto a ningún Guardia Civil (nombre impropio para el brazo armado de lo más incivilizado que ha parido España, de civiles tienen poco) apuntando con una ametralladora a la cabeza del banquero que se niega a devolver a sus clientes lo que es de sus clientes (el dinero que el Estado, es decir, todos, han puesto en sus manos para que circule entre aquellos que necesitan saldar deudas) , sin embargo, no me es difícil imaginar a un matrimonio de tricornios sacando de sus casas a aquellos que han sido desahuciados por el banco.

Los empresarios amenazan con ir a la huelga si los trabajadores ejercen libremente su derecho de protesta: una vez más, la élite económica del país actúa como mafiosos manporreros, aunque ahora, y a diferencia de los años 30, no contratan pistoleros a sueldo para asesinar trabajadores. Pretenden desalojar del Gobierno a los socialdemócratas y poner en su lugar a los suyos, los "liberales" del PP. Si para ello hace falta amenazar con despidos, lo hacen. A pesar de haber sido educados en colegios católicos, no hay piedad para el trabajador, ni tan siquiera una limosna.

Hace unos días, cuando volvía a casa después de una mañana perdida (una de tantas) en la facultad, un tipo que parecía sufrir un ataque de epilepsia pacifista me abordó para que le comprase un panfleto que la asociación a la que pertenece distribuye. Para intentar convencerme, a parte de gritar como un poseso, se le ocurrió la brillante idea de asegurar que "somos pacifistas, estamos contra la guerra y contra la violencia, estamos en contra de la guerra de Irak y de cualquier guerra". Sorprendente tal declaración de pacifismo por parte de alguien que aborda a la gente en la calle a gritos. Unos días después recuperé el panfleto entre un montón de propaganda que guardaba y me puse a leerlo, en un parque lleno de parejas de lascivia atrofiada (les pone cachondos tocarse en parques públicos, como si no hubiese nada más excitante), de abuelos con sus nietos y de deportistas poco ejercitadores del aparato neuronal. Parecía simple y llanamente una transcripción actualizada (mediante el uso de algunas palabras de moda entre la neoizquierda, la de ahora, la estupidizada y mediante la referencia velada a algunos hechos de hace pocos años) de un texto de referencia obligatoria para los marxistas. No he logrado encontrarlo, por lo que también se me ocurre la posibilidad de que imitasen el "estilo literario" marxistoide para dar mayor credibilidad al texto (incluyendo en el texto sonadas frases de la literatura roja).

En todo caso, cometieron un error que cometen muchos de los líderes de la supuesta izquierda actual: no se puede predicar el pacifismo usando como Biblia el Manifiesto Comunista: si algo propugna el comunismo es la violencia organizada de las clases populares contra sus opresores: la élite económica y la élite política puesta al servicio de la élite económica. Élite política llena de falsos profetas del izquierdismo que pretenden (más bien dicen pretender) llegar a la igual (de oportunidades, por supuesto, propugnar en la actualidad otro tipo de igualdad sería excesivo para sus vulgarizados/aburguesados cerebros) usando como medios el Estado y sus hordas violentas: las fuerzas de seguridad. No se puede ser de izquierdas y apalear al pueblo en nombre de los derechos del pueblo.

No están de más unos cuantos tiros en los tiempos que corren.