jueves, 8 de septiembre de 2011

ESCRITOS ESTIVALES



                                                                                
Con la llegada del verano se me desparraman los neurotransmisores y desarrollo dos tendencias psicopáticas: a la depresión y a la actividad. Para luchar contra la primera y dejar fluir la segunda tengo por costumbre internarme en los procelosos mundos de las becas de verano para estudiantes de periodismo. Y aunque ya no ejerzo como tal (legalmente he abandonado la facultad de Ciencias de la Comunicación de Santiago, y digo legalmente no porque haya publicado mi decisión en el BOE, el DOG o el BOP, sino porque verbalicé la decisión ante mis padres, en el lugar de la casa en el que los usos sociales nos permiten decir que se trata de un altar y no de la mesa de la cocina, vieja mesa de madera utilizada para desayunar, comer, merendar, cenar, para las visitas de media mañana, media tarde y madrugada a la nevera, para ver la tele, para discutir en alta voz la más intrascendente chorrada –entrando en A Cañiza, ¿dónde está el Spar, a mano derecha o a mano izquierda metiéndote por detrás de la gasolinera?- o para charlar con el familiar de turno que de cuando en vez se acerca por la morada de las Padinas) aprovecho la situación para conseguir unos billetes al mes que gastar en elementos del todo insustanciales.  Y aunque la formalización de un hecho puede tener su importancia, en este caso no tanto, ya que años antes de anunciar mi rotunda decisión de no volver a situar mis posaderas en las incómodas sillas para anoréxicos de la facultad ya era consciente de que mi continuidad en la universidad era puramente legal: matriculado que acude de vez en cuando a la biblioteca para llevarse libros que no devuelve en meses.


Así pues, aquí estoy: en la redacción número 2 del edificio gris que Faro de Vigo tiene en Chapela. Y aquí paso las tardes.


Hoy llegué a las 16.00 y desde entonces –son ahora las 18.39- no se ha solicitado mi habilidosa capacidad de engarce de palabras para nada, por lo que, aunque de las 10 páginas que hay para mañana en Local, 7 están en blanco y las 3 restantes maquetadas pero el texto probablemente no resulte muy interesante para los lectores: “esto es una prueba de texto, esto es una prueba de texto, esto es una prueba de texto”. Ayer sucedió algo similar y a las 21.00 me pidieron que metiera un par de breves en página y a las 22.00 que hiciera un resumen de las características del nuevo puerto deportivo de A Laxe para introducir como paja en un texto a cuatro columnas de tres módulos de altura que anunciaba que la nueva dársena empezó hoy a recibir a sus nuevos inquilinos.  La parte del texto que yo escribí está exactamente igual en la web y en el periódico, lo que me hace pensar que nadie leyó lo que escribí para corregir posibles errores que hoy he visto yo –me comí algunos conectores y en lugar de poner “a través de” puse “a tras de”- y de los que no me avergüenzo porque la noticia iba firmada por una chica que no conozco, una tal  Redacción.  

 


Hoy sucederá lo mismo o algo similar. De momento he leído muy por encima los titulares de los periódicos, he revisado el correo, las redes sociales, los teletipos y escuchado algo de AC/DC en youtube. Acabo de bajar a por agua y me he comido un chocolatito relleno de crema. Podría quitar el libro que estoy leyendo últimamente  -Hambre, de Knut Hamsum- y ponerme a leerlo, pero es mejor que continúe escribiendo esto porque así parece que hago algo para el periódico.


No soy un cabrón, ni un aprovechado, ni un hijo de puta que viene aquí a pasar el tiempo y cobrar por nada. Soy un tipo que con un aspecto físico imponente y una cicatriz atravesándole la cabeza aprovecha su corporeidad para imponer sus criterios: no se me paga lo suficiente como para pasarme doce horas al día al servicio del periódico, por lo que no vengo por las mañanas, sólo por las tardes de 16.00 a 22.00. Esas seis horas son las reglamentadas para los becarios, y si soy becario para que no se me incluya en las previsiones del día y no pueda escribir noticias sobre temas que podría afrontar perfectamente, tampoco lo soy para incumplir mi horario. Esta semana me he pasado las tardes sin hacer a penas nada y a partir de las ocho he escrito unas dos o tres pequeñas piezas por día, pero nada se me ha encomendado que cubra, y si lo que esperan de mí es que me mate proponiendo temas para reportajes que no van a salir, puedo prometer y prometo que mi más absoluto pavor ante la muerte me impide dar tal paso. Claro que esto sucede sólo conmigo: otros se dejan arrastrar, vienen por las mañanas y se les encomiendan algunos temas para “reportajes chulis y fresquitos de verano”. No es mi caso, he sido un chico malo, un chico muy malo, y la porción de castigo que me corresponde es esta: estar para cubrir el espacio de los breves y no estar para todo lo demás.


No me preocupa, si algo aprendí durante tres meses en la Xunta es a luchar contra la inactividad: leer libros, hincharme a canciones, desvalijar la máquina de refrescos y comidas, o escribir por azar, lo que hacen la mayor parte de los periodistas pero sin presumir por ello y sin cobrar por publicarlo. Sería un Gandhi de la palabra si no utilizase en bastantes ocasiones los vocablos más duros para zaherir a aquellos a los que desprecio, que dada la alta densidad poblacional del mundo, son muchísimos.


Me llaman, dos breves para la L-7: uno debo copiarlo y pegarlo ya que lo envía escrito directamente el señor Don Francisco Díaz Guerrero, que nos anuncia la presencia de trasatlánticos en la ciudad; el otro es sobre una insulsa reunión del delegado del Gobierno en Galicia con el Alcalde para anunciar lo bien que marchan las obras de la nueva depuradora de Vigo. Ambos de suma importancia tanto para el lector como para el ciudadano analfabeto común que pulula últimamente por la urbe. Todavía no han maquetado esa página, así que toca esperar. 



Bien, ya he finalizado, con inclusión de las correspondientes fotos. Ahora toca esperar de nuevo a que surja algo. Hay una pequeña pieza en el faldón de la L-6 que probablemente caiga, por lo demás, a las 19.40 ya están cubiertas 7 páginas de las 10 de hoy. Los Caballeros de la Mesa Redactora -Alberto Otero, Alberto Blanco, Javier Pastoriza y Carlos Prego- tienen una extraordinaria capacidad de llenar página, y alguno como Alberto Blanco, quiere más cuando le han dado una entera para una entrevista y media para una información “reportajeada” relacionada con la entrevista. Son insaciables.

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