jueves, 18 de febrero de 2010

Que les den por el culo


Es una forma como otra cualquiera de empezar: poner la primera piedra al final, decir claramente cual es el sesgo de lo que aparece debajo del título para que nadie se lleve a engaños.

El 26 de diciembre de 2009, al encender la SER, sus parlanchines locutores nos soltaron un golpe en la quijada seco y provocador: la libertad de expresión había sido violada por un malvado juez que condenó al director de esta (Santa) casa, Daniel Anido, y al jefe de informativos del mismo, Rodolfo Irago, a unos añitos bajo la sombra apostólica de las rejas por publicar datos personales de chorizos afiliados de forma irregular al Partido Porrompompepero. A partir de este momento, y durante algunas semanas, la función de los periodistas de la SER no fue la habitual de un periodista (informar). Todo lo contrario, se erigieron en defensores de la libertad de expresión y pidieron, rogaron e incluso exigieron una condena pública del juez que había atacado a sus mandamases. Y así, todas las entrevistas en la SER acababan de la misma manera: la susodicha condena al juez Tarugo.

Ayer, aprovechando las bondades de la tecnología que tanto desprecia el juez Tarugo, pude ver el debate "Dos punto cero/2.0" de la ETB dos y, oh grata sorpresa!, allí estaba Martxelo Otamendi, director del clausurado Euskaldunon Egunkaria. Periódico escrito íntegramente en euskara cerrado por el juez Juan del Olmo, después de una primera intentona del juez estrella Basaltar-y-se-en-Garzó.

El argumento esgrimido para cerrar el periódico fue muy simple: formaba parte del entramado de ETA; las pruebas que lo demostraban eran de una mezquindad inenarrable. Para quien leyera el auto de cierre, recordará aquel párrafo en el que se decía algo así como que por el hecho de estar escrito íntegramente en el idioma de los vascos, era especialmente seguido por los señores de ETA, y por ello, llegaron a decir que desde las páginas del mismo, su director y sus periodistas, señalaban a la organización churroterrorista a quienes debían matar. Lógica aplastante.

Por aquellos años uno todavía andaba en el instituto, y con el cabreo que le causó el cierre del periódico, y la indiferencia de quienes se suponían que eran demócratas, de izquierda, e incluso de algunos que se decían nacionalistas (benditos los del PNV y del BNG que heredaréis el cielo!), me dediqué a hacer alguna pintada en las paredes del instituto. Eran de trazo seguro, ancho y con un lema muy simple: "Euskaldunon Egunkaria". Todas las mañanas, al pasar por los lugares por los que lo había escrito comprobaba que habían desaparecido. También por aquellas fechas, el Atlético de Madrid estaba intervenido judicialmente por malversación de fondos a cargo de los Giles, y no cerraron el club, simplemente le nombraron un administrador judicial. En el caso de Egunkaria podrían haber hecho lo mismo, si los acusados eran los directivos, los trabajadores podrían haber seguido trabajando en el periódico. Pero esto les importó un carajo, por eso cerraron el periódico y los empleados se fueron a la calle, para poco más tarde sacar adelante al Berria.

A estas alturas, el juicio prosigue en la Audiencia Nacional pese a que la Fiscalía retiró las acusaciones contra los imputados por falta de pruebas y cada vez que leo algo nuevo sobre el caso me enervo más: lo último, que los documentos incautados a algún chorizotarra en los que se citaba al Egunkaria habían sido mal traducidos para hacer parecer que en ellos se decía lo que realmente no se decía (que Egunkaria formaba parte de ETA), por lo que los abogados defensores tuvieron que pedir que se volvieran a traducir dichas "pruebas" .

Todavía recuerdo el linchamiento mediático al que fueron sometidos Martxelo Otamendi y sus compañeros, y todavía recuerdo una entrevista en La Ventana, en la que Gemma Nierga ponía la barrera por delante y se negaba a contestar a preguntas tan simples como "Pero Gemma, tú me conoces, ¿crees que soy de ETA?" (Pregunta que le formuló Otamendi). Después de esta entrevista, sus voces desaparecieron de los medios, pero sus caras seguían apareciendo en fotografías en las que se les señalaba como terroristas.

Sigo esperando a que Daniel Anido y Rodolfo Irago monten en cólera, denuncien el cierre de un periódico y defiendan la libertad de expresión de sus trabajadores. Sigo esperando a que la SER enarbole la bandera de la libertad y defienda la honestidad de Martxelo Otamendi. Y seguiré esperando, porque no lo harán.

Así pues, al señor Anido y al señor Irago, que les den por culo.

(Foto: manifestación contra el cierre del periódico publicada en Egunero, primer sustituto del Egunkaria que más tarde pasaría a ser Berria)


No hay comentarios: