viernes, 25 de enero de 2008

Internés

La era de las telecomunicaciones dá paso a la era de los contenidos absolutamente intrascendentes que saturan la red.

Millones de páginas llenas de auténtica basura que no tiene otra finalidad que demostrar al mojigato y estupidizado público que las lee que su autor forma parte del mundo moderno por el simple hecho de saber utilizar instrumentos tecnológicos propios del siglo XXI.

Lanzados a la satisfacción del ego personal, escribimos infinidad de gilipolleces en blogs, fotologs... discutimos sobre temas estúpidos en ridículos foros que se presentan como cajas de contenidos de gente de cultura, cuando la gente que los utiliza no tiene más cultura que la del Bollycao (cualquier mierda bien revestida de chocolate es buena [el bollycao], cualquier texto con una buena foto y un bonito diseño de la página en la que se cuelga es interesante)

Estupidizados, utilizamos poderosos instrumentos de comunicación para comunicarnos con la parte más chusca de nosotros mismos: pasamos horas ante el ordenador hablando por el messenger y cuando tenemos delante a aquel con el que habíamos estado messengereando unas horas antes no sabemos ni qué decirle (¿hemos dejado de hablarnos a la cara para pasar a escondernos tras las pantallas del ordenador?); vertemos infinidad de contenidos absurdos en espacios que podían ser aprovechados para fines más interesantes que las autofelaciones blogeras y fotologeras ( miren! miren! miren que bien escribo! he sido capaz de poner unas cuantas letras al lado de una foto y ya soy todo un poeta! Cuánto tardarán en darme el Nobel de literatura?)

Pero no pasa nada, somos el ser humano, esa extraña especie capaz de hacer grandes descubrimientos para encuadernarlos en cualquiera enciclopedia y después jugar con ellos a la insensatez. A perder el tiempo. A desligarnos de nuestra ridícula vida real e inventarnos una vida de poetisa de fotolog color rosa chillón, de futuro escritor de culto que comenzó relatando sus patéticas borracheras en el Avante en un blog rojo de letras verdes...

Hay excepciones. Lo sé. Pero pocas. Y son esas pocas excepciones las que uno visita casi a diario para acordarse de que algunos seres humanos sí merecen estar vivos, sí utlizan sus cerebros para dar al mundo lo que el mundo les reclama y necesita: mentes despiertas y creativas, capaces de utilizar la masa gris en favor de la inteligencia.

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