domingo, 20 de enero de 2008

Cualquier religión es una máquina de represión


Noticia de El Pais*: una serie de intelectuales marroquíes firman un manifiesto en contra de la persecución de los homosexuales en Marruecos.


Esta noticia será utilizada por los nazionalfascistas españoles y del resto del occidente cristiano para justificar su odio y desprecio a los países árabes, como es utilizado por la derecha española el hecho de que en Egipto lapiden homosexuales a la hora de criticar la llamada Alianza de civilizaciones (criticable por infinidad de motivos, pero criticable desde posiciones progresistas y no desde la perspectiva de los rabiosos ultraderechistas copeanos y del mundo pedrojotesco)


Pero solo se acuerdan de las libertades sexuales cuando toca azotar a los infieles moros. No se lanzan al cuello de la inquisitorial iglesia española cuando ésta publica pastorales homófobas en las que se argumenta que la homosexualidad es el principal problema de la sociedad española, ya que, según las brillantes mentes púrpura, dado que los homosexuales "no pueden tener hijos" y son unos perversos que intentan reconvertir a todos los heteros en homos, en un futuro la simpar y noble raza española habría desaparecido de la península. Tampoco afilan los dientes para desgarrar la yugular de los mañosos "periodistas" que utilizan las letras del abcdario con la finalidad de difamar, equiparando la homosexualidad con la pederastia.


La Iglesia española no es más democrática que las autoridades religiosas y políticas musulmanas. Simplemente, su voluntad represora se ve retenida por un muro de contención: una sociedad española más tolerante que ayer, y un estado aconfesional que protege, no lo suficiente, a los pecadores de los azotes de nuestros párrocos siempre preocupados por salvar nuestras almas.


Cualquier religión es, en su esencia, una máquina de represión de las libertades individuales, y por ello, un anacronismo a erradicar.


El día en que textos como la Biblia, el Corán o la Torah (los escribo en mayúscula pues es la forma en la que se escriben los títulos de las obras literarias en castellano) sean considerados textos mitológicos en los que se basaron antiguas culturas para asentar en ellos sus preceptos morales y de convivencia social, y no textos sagrados que deban marcar las conductas individuales y colectivas del ser humano del siglo XXI, ese día, la especie humana habrá conseguido extirpar de su mente un gran pedazo de ignorancia y sabrá, libre de cualquier atadura pseudomoral como la religión, crear sociedades de individuos verdaderamente libres y justos.


Pero no reduzcamos nuestra crítica a los textos religiosos, pues tampoco necesitamos otro tipo de biblias como la Constitución o los códigos civiles y penales para marcar nuestra forma de actuar. Aquellos que necesiten hacer regir su conducta por algún tipo de texto sagrado no serán más que seres deshumanizados y carentes de su capacidad de raciocinio.


No necesitamos reglas escritas que restrinjan nuestra libertad con la excusa de que han sido escritas para evitar que cometamos errores. Ni injustos tribunales que, tomando como universales unos preceptos morales que no son otra cosa que la rancia y casposa moralidad represora de la clase dominante, nos impongan penas de represión por haber ejercido libremente nuestra voluntad, habiendo atentado únicamente contra los intereses de esa clase dominante y no contra los intereses y libertades de nuestros congéneres.


Continuaría, pero me vería obligado a gritar GORA MALATESTA!! interrumpiendo el pacífico descanso nocturno de mis congéneres-vecinos, y mi escrupulosa moral me lo impide.



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