sábado, 20 de febrero de 2010

Je veux voyager avec Baby Dee

¿Recuerdan un programa de televisión en el que un tipo (periodista, humorista, tonto del bote, o lo que sea) va en coche con un cateto hablando de cosas o entrevistando a gente? Pues bien, esa es la versión española (término que en el contexto cultural suele ser sinónimo de mediocre, y en el televisivo de "mierda") de este otro ejemplo de cómo un viaje en coche puede ser toda una experiencia cerebral. Recuerda también, y en cierto modo, a la habitación compostelana en la que tocan algunos grupos: espacio pequeño pero acogedor.




Por cierto: ésto es música.


...

Hace tiempo, al pasar por delante de la tienda de instrumentos del Hórreo me entraron ganas de comprar un acordeón. Hoy volví a pasar por allí y me apeteció una armónica: quizá si el empeño que ponen nuestros padres en que consigamos un papel firmado por catetos de una facultad lo invirtiesen en empujarnos a hacer lo que de verdad nos llama, este país no sería una mierda. Pero han sido educados para machacar a sus hijos con las notas, los deberes, y las actividades extraescolares que impiden que vuelvan a casa antes de las ocho y tengan que apandar con ellos o dejar que vegeten delante de la tele hasta la hora de cenar. Es más fácil así. Luego, si el chaval les sale un buen carpintero, pero no el abogado que deseaban, será una tragedia y la culpa la tendrán las malas compañías y las drogas y el gobierno y quienes les dieron clases en gallego, y claro, se convirtieron en gilipollas por ello y; ... Pero nunca por su culpa, que para algo se tomaban todas las mañanas la terrible molestia de esperar a que el bus llegase a la parada para poder irse a trabajar en paz.

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