viernes, 4 de enero de 2008

Jinetes del apocalipsis


Última noche del año 2007, un año hebrio de buena vida burguesa: levantarse tarde, pasar por clase para saludar a la gente y rememorar aquellos gloriosos tiempos de vida contemplativa, alguna partida de cartas, noches de lucidez intelectuall en el Avante...

Faltan unos segundos para que empiecen las campanadas y, con el propósito de empezar bien el año, fijas tu mirada en la pantalla de la televisión para no ver lo que te rodea: a la derecha ( siempre a la derecha, a la dereha incluso del Generalísimo, a la derecha incluso del Señor ) el que dice ser tu padre utiliza un cuchillo de punta fina para escarbarse los dientes en busca del Arca Perdida; a tu izquierda, la que supones que es tu madre por la mala hostia que os caracteriza agoniza sobre la mesa mientras con malicia ha empezado ya a comerse las uvas para poder celebrar que ha acabado antes que todos nosotros, maldita furcia!!

Miras las pantalla, agarras el manojo cutre de uvas envueltas en papel de aluminio y comienzas a tragar. Vas bien, una uva por campanada, todo parece indicar que por una vez en la vida vas a cumplir con la puta tradición.

Pero era sólo un estúpido pensamiento vanidoso de un pobre imbécil.

Te habías olvidado de él, estaba apenas unos centímetros fuera de tu campo de visión pero hace unos segundos que lo ocupa por completo: las babas se le caen por el cuello, restos de uva salen de su boca que intenta cerrar como puede para no echar los doce inocentes frutos de la inocente vid al putrefacto mundo de la tradición navideña. Tu primo.

"Dios, no creo en ti sobre todas las cosas, pero hazme un favor: mátalos!!" piensas mientras desvias la mirada y proteges tus ojos de tamaño belén dantesco.

Pero aun falta lo mejor de todo: ya son las doce, los fuegos de artificio empiezan a bombardear el tenebroso cielo "da cidade olívica" ( que diría o pantasmal creador da Dor Pantasma ) e sen ter tempo de reaccionar a fiestra da cociña se retorce de pánico ante o bombardeo de foguetes que caen sobor ela. Son eles, os putos veciños, os cabróns de sempre??? queren reventarme os timpanos??? Si, son eles, e non satisfeitos con poñer en perigo a túa saúde, cando saes ao balcón para recriminarlles a súa criminal actitude, cantan, todos ao unísono, a coro, pegando saltos de alegría: míralos, míralos, míralos, como se acojonan, como se acojonan!!!

No les basta con haber revestido las paredes de su casa de mármol negro, no les llega con haber bautizado su dulce hogar con el ridículo nombre de "la negrita". No, ahora tienen que venir a provocar a aquellos a los que nin tan siquiera se han dignado a saludar en los pocos meses que llevan viviendo justo al lado. La vena stalinista sale a flote: " acojonarme yo por un par de fueguchos de mierda!! yo!! cago en su puta madre!! tocarle los huevos a un stalinista no sale gratis!! van a saber esos hijos de puta lo que es acojonarse!!! les voy a plantar unh gulag en "la negrita" y van a ver lo que son fuegos y bombas!!! HIJOS DE PUTA!!!

Y la traca final. Ya te has calmado un poco, estás sentado a la cabeza de la mesa mientras todos miran la televisión y el triste humorista que la habita intenta hacer reir a la gente: para que los hombres dejen de fumar, en lugar de poner eso de "fumar perjudica la salud" deberían poner algo así como "fumar acorta el pene".

Y se giran todos hacia ti, repiten en voz muy alta "acortar el pene" y entonces estallan en carcajadas y se retuercen de placer.


Ahí están, los tres jinetes del apocalípsis: la Familia, la Burguesía, el Urólogo.


Menos mal que quedan ellos, están lejos pero están y gusta saber que están.
Menos mal, piensas poniendo cara bogartiana, que siempre nos quedará Compostela.





( los jinetes del apocalipsis son cuatro, lo sé. La familia, la burguesía, el urólogo y me faltaba un cuarto, pero pensándolo bien, ese cuarto jinete debo ser yo en estado misantrópico-stalinista. Así pues, ya estamos todos)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Gilbert, le comunico que por fin estaré al tanto de sus escritos, con la misma constancia que el tonto del pueblo acude a las ferias y fiestas vecinales.

Saludos de su compañero en historias contemplativas de Compostela.

Ego dijo...

Bienvenido señor Invertebrado, es un placer saber que ha vuelto con sus irreverentes y surrealistas composiciones. Que sus artefactos narrativos iluminen la oscurecida mente de este amateur parodiante que aprende con su sola presencia.

Me quito el sombrero y muestro mis calvas en señal de respeto.