viernes, 26 de febrero de 2010

¡A tres leuros! ¡Oigan!


La literatura está en coma, sobrevive con la maquinaria necesaria para hacerle respirar de forma mecánica e incómoda en las librerías de viejo. Y mientras ello sucede, las librerías "de nuevo" redistribuyen su espacio con una única intención: hacer que la cubierta de los libros nuevos (los últimos best-sellers) brille con la misma fuerza que las manzanas manipuladas químicamente para que no pierdan su color en varios meses, aunque ello les lleve a perder todo su sabor y al otro lado de esas excelentes portadas no quede más que vana palabrería sentimentaloide, de plasticidad difusa y argumento insulso por archiconocido.

Quedan pequeños rincones de resistencia antes de que le enchufen el respirador y le cubran el cuerpo de sondas y parches para el control del ritmo cardíaco: editoriales que vienen al mundo en un rincón apartado del sistema y que desde esa atalaya privilegiada distribuyen textos inteligentes, originales, brillantes y deliciosos (Atalanta, Impedimenta, Periférica...) Pero tienen un pequeño problema: sus precios no siempre son accesibles. Y es ahí donde entran las viejas librerías: un libro de Pavesse editado hoy cuesta unos 20 euros (La luna y las hogueras, editorial Contextos) mientras que una edición del Club Bruguera de 1980 (De tu tierra y El camarada) nos sale por unos 3 euros. Otro aspecto a tener en cuenta es que en las librerías es casi imposible encontrar algunos libros: mi último intento por conseguir alguna novela de Pavesse en Santiago acabó en una pequeña librería cercana a los extintos Multicines, al Parlamento o a la casa de putas de Barroso, ya que ninguna de las otras tenía nada del italiano. Tendrían que encargarlo a alguno de sus distribuidores y yo esperar una semana: y todos sabemos que en esto de la literatura, lo que importa es darle alas al deseo y no postergarlo a una fecha en la que otras carnes podrían cruzársenos por el camino y marcarnos nuevos rumbos.

Y todo esto viene a cuento de que, después de irme a la facultad creyendo que tenía clase, y tras descubrir que dicha premisa era falsa, unas extrañas ganas de pasear hiciéronse con mis botas y lleváronme a una librería de viejo donde pude deleitarme manoseando el gratificante olor a libro usado.

[P.S.: La librería portuguesa de Pelamios ha cerrado. Al menos eso parece: está vacía desde hace meses y nada hace pensar que se ha trasladado a otro sitio o que volverán a aparecer libros en sus estanterías. Y me apena, porque tenía la intención de acercarme a los portugueses en su lengua. Pero no pasa nada, el Ministerio de Cultura seguirá dando ayudas a los titiriteros para sus "Mentiras y gordas" y sus políticas de persecución de los electronavegantes. Y así la cultura española progresará adecuadamente]

sábado, 20 de febrero de 2010

Je veux voyager avec Baby Dee

¿Recuerdan un programa de televisión en el que un tipo (periodista, humorista, tonto del bote, o lo que sea) va en coche con un cateto hablando de cosas o entrevistando a gente? Pues bien, esa es la versión española (término que en el contexto cultural suele ser sinónimo de mediocre, y en el televisivo de "mierda") de este otro ejemplo de cómo un viaje en coche puede ser toda una experiencia cerebral. Recuerda también, y en cierto modo, a la habitación compostelana en la que tocan algunos grupos: espacio pequeño pero acogedor.




Por cierto: ésto es música.


...

Hace tiempo, al pasar por delante de la tienda de instrumentos del Hórreo me entraron ganas de comprar un acordeón. Hoy volví a pasar por allí y me apeteció una armónica: quizá si el empeño que ponen nuestros padres en que consigamos un papel firmado por catetos de una facultad lo invirtiesen en empujarnos a hacer lo que de verdad nos llama, este país no sería una mierda. Pero han sido educados para machacar a sus hijos con las notas, los deberes, y las actividades extraescolares que impiden que vuelvan a casa antes de las ocho y tengan que apandar con ellos o dejar que vegeten delante de la tele hasta la hora de cenar. Es más fácil así. Luego, si el chaval les sale un buen carpintero, pero no el abogado que deseaban, será una tragedia y la culpa la tendrán las malas compañías y las drogas y el gobierno y quienes les dieron clases en gallego, y claro, se convirtieron en gilipollas por ello y; ... Pero nunca por su culpa, que para algo se tomaban todas las mañanas la terrible molestia de esperar a que el bus llegase a la parada para poder irse a trabajar en paz.

viernes, 19 de febrero de 2010

Me encanta beber



Hay una edad en la que uno debe dejar de beber. Es esa edad en la que superar una borrachera te cuesta un día sin comer, dos de mareo y la irrecuperable pérdida de memoria de lo acontecido las últimas horas de la noche del delito. La cuestión es cómo renunciar a un placer. Puede que dosificándolo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Que les den por el culo


Es una forma como otra cualquiera de empezar: poner la primera piedra al final, decir claramente cual es el sesgo de lo que aparece debajo del título para que nadie se lleve a engaños.

El 26 de diciembre de 2009, al encender la SER, sus parlanchines locutores nos soltaron un golpe en la quijada seco y provocador: la libertad de expresión había sido violada por un malvado juez que condenó al director de esta (Santa) casa, Daniel Anido, y al jefe de informativos del mismo, Rodolfo Irago, a unos añitos bajo la sombra apostólica de las rejas por publicar datos personales de chorizos afiliados de forma irregular al Partido Porrompompepero. A partir de este momento, y durante algunas semanas, la función de los periodistas de la SER no fue la habitual de un periodista (informar). Todo lo contrario, se erigieron en defensores de la libertad de expresión y pidieron, rogaron e incluso exigieron una condena pública del juez que había atacado a sus mandamases. Y así, todas las entrevistas en la SER acababan de la misma manera: la susodicha condena al juez Tarugo.

Ayer, aprovechando las bondades de la tecnología que tanto desprecia el juez Tarugo, pude ver el debate "Dos punto cero/2.0" de la ETB dos y, oh grata sorpresa!, allí estaba Martxelo Otamendi, director del clausurado Euskaldunon Egunkaria. Periódico escrito íntegramente en euskara cerrado por el juez Juan del Olmo, después de una primera intentona del juez estrella Basaltar-y-se-en-Garzó.

El argumento esgrimido para cerrar el periódico fue muy simple: formaba parte del entramado de ETA; las pruebas que lo demostraban eran de una mezquindad inenarrable. Para quien leyera el auto de cierre, recordará aquel párrafo en el que se decía algo así como que por el hecho de estar escrito íntegramente en el idioma de los vascos, era especialmente seguido por los señores de ETA, y por ello, llegaron a decir que desde las páginas del mismo, su director y sus periodistas, señalaban a la organización churroterrorista a quienes debían matar. Lógica aplastante.

Por aquellos años uno todavía andaba en el instituto, y con el cabreo que le causó el cierre del periódico, y la indiferencia de quienes se suponían que eran demócratas, de izquierda, e incluso de algunos que se decían nacionalistas (benditos los del PNV y del BNG que heredaréis el cielo!), me dediqué a hacer alguna pintada en las paredes del instituto. Eran de trazo seguro, ancho y con un lema muy simple: "Euskaldunon Egunkaria". Todas las mañanas, al pasar por los lugares por los que lo había escrito comprobaba que habían desaparecido. También por aquellas fechas, el Atlético de Madrid estaba intervenido judicialmente por malversación de fondos a cargo de los Giles, y no cerraron el club, simplemente le nombraron un administrador judicial. En el caso de Egunkaria podrían haber hecho lo mismo, si los acusados eran los directivos, los trabajadores podrían haber seguido trabajando en el periódico. Pero esto les importó un carajo, por eso cerraron el periódico y los empleados se fueron a la calle, para poco más tarde sacar adelante al Berria.

A estas alturas, el juicio prosigue en la Audiencia Nacional pese a que la Fiscalía retiró las acusaciones contra los imputados por falta de pruebas y cada vez que leo algo nuevo sobre el caso me enervo más: lo último, que los documentos incautados a algún chorizotarra en los que se citaba al Egunkaria habían sido mal traducidos para hacer parecer que en ellos se decía lo que realmente no se decía (que Egunkaria formaba parte de ETA), por lo que los abogados defensores tuvieron que pedir que se volvieran a traducir dichas "pruebas" .

Todavía recuerdo el linchamiento mediático al que fueron sometidos Martxelo Otamendi y sus compañeros, y todavía recuerdo una entrevista en La Ventana, en la que Gemma Nierga ponía la barrera por delante y se negaba a contestar a preguntas tan simples como "Pero Gemma, tú me conoces, ¿crees que soy de ETA?" (Pregunta que le formuló Otamendi). Después de esta entrevista, sus voces desaparecieron de los medios, pero sus caras seguían apareciendo en fotografías en las que se les señalaba como terroristas.

Sigo esperando a que Daniel Anido y Rodolfo Irago monten en cólera, denuncien el cierre de un periódico y defiendan la libertad de expresión de sus trabajadores. Sigo esperando a que la SER enarbole la bandera de la libertad y defienda la honestidad de Martxelo Otamendi. Y seguiré esperando, porque no lo harán.

Así pues, al señor Anido y al señor Irago, que les den por culo.

(Foto: manifestación contra el cierre del periódico publicada en Egunero, primer sustituto del Egunkaria que más tarde pasaría a ser Berria)


lunes, 1 de febrero de 2010

Bosta Literaria


Me asquea tanto folleto literario, tanta palabrería sobre la palabrería ajena, tanto escritor que escribe en suplementos de periódicos sobre las supuestas cualidades de sus amigos, tanta verborrea estúpida sobre la importancia de la palabra en el siglo de la imagen.

Dícese que la salud de la literatura es buena porque se venden libros como churros, porque las editoriales publican auténticas mierdas, porque el penúltimo premio Nadal fue un librucho lamentable de Maruja Torres (Terençi Moix y Montalbán preferirían no leerlo) y porque triunfa el ejemplar de babosa segundona del Planeta que colabora como psicoanalista de pacotilla en el programa nocturno de RNE y además se afilia a Galicia Bilingüe porque se considera discriminada, ya que le parece raro que no habiendo publicado un puto libro en gallego su nombre no aparezca en las listas de los nuevos escritores de Literatura Galega.

De las facultades de filología salen mamarrachos adoradores de Stieg Larsson y en los periódicos, el gran escritor de turno (Vargas Llosa, que además de escritor es un intelectual de cagarse por la patita) hace una crítica elogiosa de una de sus novelas, pero por vergüenza y dignidad, al pobre hombre no le queda más remedio que incrustar entre su basura laudatoria unas líneas en las que dice de la obra de Larsson algo así como que su técnica es mala, pero no pasa nada, porque como el libro le engancha, pues nada, a tomar por culo la estética, el dominio del hilo narrativo, la coherencia, y esas tonterías típicas de escritorzuchos del pasado... ya se sabe, los carcas aburridos de siempre.

Si la literatura goza de buena salud es porque todavía quedan librerías de viejo en las que encontrar Umbrales a 6 euros y Pedrayos a 10.

Y todo esto surge a estas horas de la madrugada porque alguien ha quitado del cajón un libro que Roberto Bolaño no quiso publicar en vida y sin el menor sentido de la dignidad lo publica en Anagrama. Cuanto hijo de puta forrándose a cuenta de destrozar la obra de los demás.